lunes, 6 de septiembre de 2010

AYER

Ayer salí de nuevo al corredor
mientras el cielo se enrojecía,
mientras el día fallecía
y viendo el cambio de color
note como mi cuerpo se estremecía
y mi alma otra vez sonreía.
Ayer mientras me envolvía la brisa
me sentí parte de la naturaleza
a la vez que vaciaba mi cabeza
de la ciudad,de su maldita prisa,
del hastio,de la puñetera pereza,
de su olor,de su extraña rareza,
de su falsedad,de su hipocresia,
de su ruido,su trajín,de su vida dura,
de su día a día que se torna tortura,
lo olvidaba mientras me reía
y hallaba el antídoto a mi locura,
el remedio que todo eso me cura
y me sentí realmente afortunado
por tener aquello frente a mis ojos,
por estar lejos de esos despojos
que la ciudad me ha arrojado
contagiandome de sus enojos
pegandome sus viles piojos.
Ayer sentado en el corredor
el reloj vi que fue detenido,
sintiéndose inútil y perdido
y mientras descendía el calor
sin saber por donde había venido
el nuevo día me pillo allí dormido

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