Parte 3
Haré un punto y
aparte en la historia puesto que saqué la profesión de la pescadera
ambulante que
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recorría las calles a
gritos para recordar otra profesión muy de la época que a día de
hoy tampoco se debe ver mucho,el afilador,si nosotros habíamos
creado el superpatinete,el afilador de mi barrio había creado la
superbici,que máquina de precisión llena de cosas preparada para
recorrer las calles con el sonido de aquella especie de armónica que
tocaba en cada esquina para que todos supiésemos que había llegado
para afilar lo que hiciera falta y los niños corríamos como los
ratones tras el flautista de Hamelin al compás de su música,por no
hablar de cuando el grupo de gitanos llegaba con la cabra y la
escalera y pensabas estar viendo el mayor espectáculo del
mundo.Seguramente esas profesiones y muchas más ya perdidas
merecerían un apartado especial,alguna de ellas las nombraré más
adelante.Pero estábamos hablando del cole y me quedaba con cierto
sabor amargo de que pensarais que todo era estudiar y llevar
leches,para que calamáramos los ánimos nos soltaban a aquello
llamado recreo para que esparciéramos,decir que mi cole no tenía
patio propio,le prestaban el de la escuela de empresariales que había
al lado,pero ese patio solo lo disfrutaban los niños mayores,a
nosotros nos soltaban en un callejón peatonal en el que a cada lado
había una pequeña vaya,que no era insalvable,pero para controlar
que no saliéramos de allí ponían a un profesor a cada lado del
callejón y en especial recuerdo a uno,pequeñito,ya mayorcete,que
tenía fama de repartir hostias como panes,me acuerdo por verle
caminando de lado a lado de aquella vaya con un silbato atado con una
cadena que iba enrollado y desenrollando en su dedo con cada paso que
daba y que lo hacía sonar cuando terminaba el recreo,llamadme
loco,pero con aquella imagen de ver como nos vigilaban,con la pinta y
fama de aquel profe y saber que en el interior estábamos recluídos
y que a la mínima te iban a castigar,si no era dándote una leche
era castigándote sin salir al “patio”,¿a que se os parece todo
eso?a vosotros no sé,pero a mi me parecía como una cárcel de esas
que veías en las pelis.
Lo mejor sin duda,era
cuando sonaba la campana de salida,si,mis vecinos de barrio iban a
colegios con patios enormes,incluso a falta de uno,con varios y en la
mayoría tenían una sirena,cuando te preguntaban decías,na,nosotros
tenemos a un conserje que toca la campana,tanto para entrar como para
salir,es un tipo tan...tan...tan...conserje...Y que salidas,ni las de
la fórmula 1 oiga,aquello eran estampidas en las que en más de una
ocasión caí preso arrollado por alguno de los niños mayores y
rodando escaleras abajo,pero daba igual,no había dolor y éramos de
goma,nos levantábamos y corríamos,nos íbamos para casa,o bueno
no,tal vez hacíamos una parada técnica antes ¿en dónde? Pues
justo enfrente del cole había un kiosco,uno de esos míticos que ya
también se han perdido,de los que estaban metidos en el portal de un
edificio con su mítica ventanita por la que te atendían y aquel
kiosco era muy especial,lo regentaba un mago y a la vez que te
comprabas una chuche,si tenías suerte,te llevabas un truco de magia
de regalo,eso si que es marketing del bueno y no los anuncios del
refresco negro ese,así daba gusto gastarse el poco dinero que
tenías.
En
las salidas,a los demás compañeros solían venirles a buscar sus
padres,a mi en cambio no,mi padre trabajaba de noche y por las
mañanas dormía,mi madre trabajaba y a esas horas tampoco podía,a
mi me venía a buscar una señora de pelo blanco,una vecina me
aclararon años más tarde,siempre,menos una vez que esperé y esperé
casi hasta llegar al llanto hasta que el rugido de un motor me
despertó de mi tristeza,el motor lo conducía mi padre que apareció
allí en un 600,sin duda era mi coche de la suerte,que le habían
prestado para darme una sorpresa,tal vez el rugido de aquel coche no
fuera el más sonoro del mundo,ni el coche fuese el mejor modelo
existente ni el más moderno,pero aquel día me sentí el niño más
alto,más grande,el más feliz y el más todo del mundo 10
y eso que a poco más
y tengo que poner una escalerilla para subirme al coche pero me daba
todo absolutamente igual.
Y así se pasaba el
otoño,el invierno y la primavera hasta que te daban las notas y
creías que por fin,en verano te ibas a librar de profes y estudios y
el muy...te dejaba su regalo de navidad con retraso en la cartilla de
notas,con su aquella famosa recomendación de debe seguir trabajando
y les sugería que te pusiesen a hacer algún libro de caligrafía
tipo edelvives,creo que se llamaban así o mi favorito,el libro de
vacaciones santillana,con sus anuncios molones por la tele y su
melodía pegadiza.Me imaginaba al profesor en su casa regocijándose
por haberte incordiado durante el curso y seguir haciéndolo durante
el verano,¿vacaciones santillana?pufff estas vacaciones me salen
rana!!!porque además tenías que hacerlo,que a la vuelta de
vacaciones tenías que entregarlo y seguro que muchos,al igual que
yo,lo harían aprisa y corriendo a última hora del último día de
vacaciones,que no éramos de “no dejes para mañana lo que puedas
hacer hoy”,éramos más de “si lo puedes hacer mañana ¿para qué
lo vas a hacer hoy?”y si no...desmiéntemelo.