viernes, 8 de enero de 2016

Generación 8.0 Parte 2




Capítulo 2 Parte 1
Despierta,es hora de ir al cole

 

           De todos los niños de mi calle,fui al que le tocó entrar en un colegio diferente,con lo cúal iba a frontar aquel mundo desconocido en soledad y supongo que me provocaba cierto temor.Todos al recordar dirán yo fui a un colegio diferente,especial,peculiar,pero es que mi cole lo era.Para empezar te hacían presentarte en un edificio donde hacían las presentaciones de los cursos,de tal apellido a tal,a esta clase,al curso A o la letra que correspondiera,lo que hacía a ese colegio diferente a los demás,es que no empezarías las clases en aquel edificio,te llevaban calle abajo como una excursión a otro edificio,comenzábamos al colegio en un instituto,vale,que se llamaba antiguo instituto porque había sido eso pero ya no lo era,pero peculiar comenzar en un instituto ¿no?.Hoy en día tampoco es colegio,es algo parecido a museo,sala de exposiciones,un multiusos vaya,como aquella esquina de mi calle.
Unas aulas en las que cualquiera podía ver si habías ido a clase ya que se veían desde la acera de enfrente,incluso alguna cabeza vimos asomar entre los barrotes que separaban el cristal y la calle,presidido todo por aquel Santón de aquella iglesia que ejercía de conserje y tocaba las campanas para darnos bien la entrada o bien la salida,dependiendo.Pero antes de la entrada venía el peor momento,cuando tu madre entraba en la habitación con aquello de “despierta,es hora de ir al cole”,yo me cogía cada berrinche...y protestaba a grito tendido llorando,era el despertador del vecindario,todos los vecinos con los que me cruzaba me lo recordaban y me soltaban alguna que otra amenaza,eso hacía que me pasara el camino llorando hasta llegar a la plaza que daba acceso al cole,en el que me frotaba la cara y los ojos para borrar restos de llantina y miraba a mi madre para preguntarle “¿se nota que he llorado?” a lo que ella respondía que no,años más tarde me confesó que siempre entraba al cole con los ojos hinchados de haber llorado.Pocos recuerdos más tengo,salvo el pasarme el primer año con aquel mandilón a rayas con el nombre bordado en el bolsillo que supongo que todos vestimos alguna vez,el recuerdo de que cuando preguntaban que quería ser de mayor siempre contestaba “más alto”,primer sueño incumplido de infancia.Lo que más me dejó marcado fue aquel profesor,Don Lisardo,de aquella se les trataba así,de Don,un maestro que rondaría la edad de jubilación y que se pasó los dos cursos llamándome Rafael porque me confundía con otro que por allí había pasado.Fijaros si no tenía mundo que a un compañero que era de León,le pregunté cual era el idioma que hablaban allí,disculpad mi ignorancia pero es que acababa de salir de la calle y allí hablábamos todos el mismo idioma y no conocía gente de fuera.
¿Quien no recuerda los castigos de aquella época?cuando te ponían de cara a la pared o si habías sido muy travieso,de cara a la pared,de rodillas y con los brazos en cruz.Creo que aquel profesor era de los pocos que no usaban la mano para los castigos,esos llegarían en el siguiente cambio,cuando retornabas al edificio de las presentaciones pero ya en el tercer curso escolar.Y mientras en esos años estaban las vestimentas,que imagino que quien haya tenido un hermano mayor sabrá lo que digo cuando tenías que lucir sus modelitos en clase,los que heredabas,lo malo es que mi hermano me sacaba 7 años y eso en el mundo de la moda tienes sus consecuencias.En mi caso hacía lo que hoy se conoce como vintage o retro,volvía a poner de moda las colecciones del pasado y claro como era pequeñito,muy bajito,su ropa me quedaba grande y ahí entraban las
madres de aquella época que todo lo solucionaban con los dobladillos,que no digo que estén mal,pero cuando se trata de un dobladillo en unos pantalones vaqueros hay peligro,sobre todo cuando creces y tienes que desdoblar y salen aquellas rayas blancas sobre tejano azul,que en mi caso llegué a tener hasta tres en un mismo pantalón,si de aquella hubiera existido internet,de mote me habrían puesto wifi,mira,ahí va el niño wifi,acerquémonos a él para gorroneárselo.Y es que claro,lo de los motes es otro mundo y los niños somos o éramos los que más mala leche teníamos a la hora de ponerlos,sin pensar en si le haría daño o no.Dado mi apellido Figaredo,debía resultar muy complicado de decir,resultaba más fácil fregadero o frigodedo,un helado que estaba bastante de moda.Y es que,estaremos de acuerdo en que un niño en nada tiene que envidiar a aquellos grandes de la literatura que estudiabamos en el cole,o a esos poetas,los de la generación del 98 o del 27,cuanta poesía destilábamos a la hora de poner motes.Puede ser que gracias a aquellos niños me entrase el gusto por la rima,Figaredo se chupa el dedo,Figaredo se tira un pedo,sinceramente agradezco no haberme llamado Costoya,que creo había uno con ese nombre y no quiero pensar en la rima fácil de lo que le habrían mandado chupar,mi cole,como podeis comprobar era cuna de grandes poetas y de gente que te hacía dudar de tu personalidad,habiendo pasado dos años aquel profe cambiándome el nombre y los compañeros el apellido es irremediable que te asalten dudas,como aquello cuando tu hermano mayor te soltaba la broma de que eras adopatado,supongo que serán cosas de niños.
Si el antiguo instituto era peculiar,el nuevo edificio al que íbamos no lo era menos.Aquel piso de arriba,con sus aulas raras de narices,que muchas veces me apeteció buscar al arquitecto que diseñó el edificio para preguntarle porque había dejado o puesto aquellas vigas planas con bordes casi afilados allí en medio,alguna de ellas estaba en oblicuo y se podían usar como un tobogán,alrededor de ellas poníamos los pupitres por grupos de varios niños.Algunos tenían que esquivar y rodear las vigas para llegar a la pizarra.Años más tarde pensé que el arquitecto debía de ser el mismo que decoró nuestra ciudad con esculturas de arte moderno,de esas que miras y te preguntas ¿que carajo es? Y que yo siempre digo,no sé que es,pero si le pones un par de pupitres al lado es como mi clase.
No era lo único paranormal que ocurría,en ocasiones en mitad de la clase que estaba en silencio,pasaba por la calle la vendedora ambulante de pescado al grito de “chicharriiiiiiiiiiinos,sardiniiiiiiiiiiiiiiillas” y claro,a alguno se le escapaba la risa y al profesor que teníamos se le escapaba la mano o bien se le escapaba el borrador que como un caza de guerra iba en vuelo kamikaze a estrellarse contra su objetivo,la cara de algún niño,que precisión tenía aquel malnacido.Y es que de aquella,el maltrato estaba a la orden del día,te pegaban y zarandeaban a la mínima,recuerdo una vez que me tocó a mi,una de tantas,que de los coscorrones que me dió llegué mareado a casa y en casa tampoco podías decir nada,te contestaban diciendo “algo harías”.Te reías,te daban,alborotabas un poco,te daban,no te sabías la lección y también te daban,la letra con sangre entra era el lema,que yo me quejaba pero escuchando alguna historia de los tiempos de mis padres en sus colegios y madre mía,hacían que mi profesor parecía que en vez de leches repartía caramelos,pero como se suele decir,eran otros tiempos,que la disciplina es importante pero de ahí a llegar a la violencia...mejor cambiemos de tercio.

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