jueves, 27 de octubre de 2011

Entre llamas


Prisión sin barrotes de acero
donde ella vivía atrapada
por ese cruel hechicero
que la condenó con su mirada
por ser un ángel caído del cielo
camuflado entre los humanos
en una eternidad de desvelo
atada de pies y manos.
Por no comulgar con su credo,
por no querer ante ellos postrarse,
por no vivir bajo su miedo,
por ante lo establecido rebelarse.
La tacharon de maldita e impía,
futuro inevitable de hoguera
acusada de practicar brujería
y con la religión ser arrabalera,
de las lamas fue pasto
su historia en vida se apagó
y como a un molesto trasto
de en medio se la apartó.
Su eco todavía hoy perdura,
la lluvia es su modo de llorar
en su eternidad fría y oscura
de la que no puede escapar

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