martes, 25 de octubre de 2011

El errante llega a su destino (capítulo final)


Cuando regresó
aún no era consciente
de haber hecho lo suficiente
desde cuando marchó
viendo gente tirarse del pelo
mientras le clamaban al cielo
por recuperar su libertad
que un día les fue arrebatada
por un tirano que anhelaba
una cruel realidad
en la que un pueblo se postraba
cuando su esperanza les mutilaba.

Y él ahí forjó su destino
emprendiendo el camino
que le hizo crecer a patadas
preso de su propia venganza
como cuchillo que se abalanza
a un cuerpo curtido a puñaladas
y a pedradas moldeó su sino
acordándose del porque hasta aquí vino.
Ladraba y mordía a sus males
envolvía sus llantos en rotos cristales,
zurcía de acero el hueco de sus tripas
raídas en el suelo como cáscaras de pipas.

Caro precio pagado con pundonor
para hacerse un hombre de honor,
para conducir así victorioso
en el día para todos glorioso
a lomos de su imperial montura
para acabar con su mayor tortura
pues nació como el elegido
y tras de si solo quedará el ruido
de un pueblo que aclama su nombre
de quien se fue niño y regresó hombre
para terminar con la tiránica crueldad,
para devolver al pueblo su libertad

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