domingo, 5 de diciembre de 2010

Fiel hasta la muerte

Viene a mi memoria una historia quizá real (o quizá imaginada,según el criterio del lector)de la que fuí mas o menos testigo allá por mi niñez y adolescencia,en aquellos años en que estaba tan de moda el irse de vacaciones y mandar a la mascota a una muerte casi segura,de cuando se abrió la campaña de "él nunca lo haría",pero remontémonos unos años atrás para ir encauzando la historia...


Alfredo era un joven alto,fornido,de un pequeño pueblo asturiano,en el que vivía y trabajaba como muchos otros en aquellos años,en las duras labores del campo,hasta que un accidente comenzó a cambiar su vida,ya que después de varios intentos tuvieron que amputarle una pierna y a partir de ahí tuvo que empezar a luchar con ello,pero bueno,era luchador y tozudo y os puedo asegurar que llevó una vida absolutamente normal.

Años después del accidente se encontró un perro por uno de los prados que frecuentaba trabajando,estuvo un rato jugando con él y congeniaron de tan buena manera que decidió llevárselo a casa por si un día aparecía alguien reclamándolo,pero aquello no llegó a ocurrir,así que Toby,que así lo rebautizó,se convirtió en su fiel compañero,acompañándolo en sus tareas y practicamente a todos lados.

Y así pasó el tiempo hasta que un buen día Alfredo enfermó,pasó varios días en cama,hasta que los vecinos preocupados por no verle ni a él ni a Toby por el puebo,acudieron a su casa para ver que ocurría y allí se lo encontraron enfermo en la cama y Toby a los pies de ella.Llamaron al médico que tras examinarle decidió que lo mejor era ingresarlo y allí decidieron que tenían que transplantarle un hígado y en eso tuvo suerte porque no hubo de esperar apenas tiempo para el transplante.Todo este tiempo,Toby,permaneció a la espera a los pies de la cama hasta la vuelta de Alfredo a casa,eso es lo que contaban quienes se ocupaban del perro y de la casa de Alfredo en su ausencia.

Y volvió,con la consiguiente alegría de Toby y siguió transcurriendo el tiempo junto al amo que el destino le había brindado,pero ya se sabe eso que dicen,de que dura poco la alegría en casa del pobre y una noche de invierno,en el trayecto que iba del bar del pequeño pueblo hasta casa Alfredo tuvo una caida.Esa noche en el pueblo se escucharon ladridos e incluso aullidos,(dicen en el pueblo que cuando un perro aúlla,alguien deja este mundo)y así fue,a la mañana siguiente cuando encontraron a Alfredo ya había fallecido,fruto de la caida,Toby estaba allí,a su lado.

Durante los días de velatorio,funeral,entierro y demás,Toby permaneció en la puerta de la casa de Alfredo,un pariente se hizo cargo del perro,pero Toby nunca aceptó su nuevo hogar,nunca quiso abandonar la casa que había compartido con su amo Alfredo,el pariente se limitó a llevarle comida y agua y cuentan y así lo vió mucha gente,que Toby todos los días acudía al cementerio del pueblo,que ladaraba e incluso se le escuchaba llorar hasta que alguien venía a abrirle la verja de entrada y allí permanecía horas acostado frente al nicho de Alfredo,durante los posteriores años y hasta la muerte de Toby,la verja del cementerio se decidió dejar abierta para que pudiera visitar a su querido dueño cuando quisiera,el resto del tiempo,permanecía frente a la casa en la que tan buenos momentos había vivido.Y acudió todos y cada de uno de los días que le quedaron de vida a su cita en el cementerio.
A la muerte de Toby los vecinos pensaron en darle el destino que se merecía y ese no fue otro que abrir el nicho donde descansaban los restos de Alfredo y entre todos pagaron la nueva pieza de marmol que tapaba el nicho donde hoy reza la siguiente leyenda de "Aquí yace Alfredo y su querido perro Toby compañero fiel hasta la muerte".
Tal vez si un día te pierdes en un pequeño pueblo asturiano puedas oir esta historia y ser testigo de aquel hecho que permanecerá por siempre vivo en el recuerdo de sus habitantes.

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