lunes, 6 de diciembre de 2010

El pequeño paraíso

Hallada por fin mi ubicación invernal,contemplo lo afortunado que me siento en poder disfrutar de un sitio así.


Refugiado tras unas paredes de piedra,tras las que se esconden mas de doscientos años de historia,trato de imaginar el esfuerzo de todas aquellas personas que se dispusieron a levantar los,hoy en día,rudimentarios cimientos que sostuvieron tanto tiempo esta casa en pie,de cuando de cemento se usaba barro,aún no hace mucho tiempo se podía contemplar entre las viejas piedras restos de esa mezcla mágica que hacían nuestros antepasados en sus construcciones y que tan buenos resultados les dio,sirva como ejemplo,esta casa que sigue en pie y mirad que ha llovido desde entonces….

Gracias a ellos,a sus mezclas mágicas con sus rudimentarias herramientas y me imagino que muchísimo sudor y esfuerzo,hoy me siento un privilegiado en su legado.
Sentado en una confortable silla,en la que por suerte o por desgracia paso mucho tiempo,con mis ojos gastados de tanto mirar hacia una pantalla que siempre me pide que le dedique unas palabras,ya sea en verso o bien sea en estas añoranzas que me dan pero ella permanece fiel y en silencio para no molestar,ese silencio que rompe el deslizar de mis dedos sobre el teclado,otro personaje de esta historia no menos importante y bien agradecido,pero no son los únicos personajes que me acompañan en estas andanzas y en estos sanos delirios,también me acompaña un dulce olor a madera quemada que asciende por una chimenea que pasa cerca de mi proporcionándome el clima adecuado para estar en un sitio acogedor y ponerme a salvo de ese frío aún otoñal que se encuentre al otro lado del cristal de la ventana,por la que a veces alzo la mirada y me muestra mi pequeño paraiso de color mayoritariamente verde que va descendiendo suavemente hasta que en lo mas hondo del paisaje se divisa un pequeño pueblo atravesado por una carretera nacional,que con su continuo transitar de coches me recuerda el trajín diario del mundo,creo que cuando lo veo es la única vez que soy consciente del paso del tiempo en este lugar que me devuelve la calma y la tranquilidad que un día el mundo quiso arrebatarme,pues aquí,ni el ruido de vacas paseando ajenas al mundo por sus prados moviendo sus campanillas,ni el ruido de las hojas mecidas por el viento,ni los ladridos de perros que de vez en cuando se escuchan,ni tan siquiera el ruido de la lluvia golpeando en los cristales perturba mi calma,ni que decir que aquí es imposible tener un mal despertar,porque aunque sea bien temprano sin haber salido apenas la luz del día ya se escuchan los cánticos de multitud de clases de pájaros colándose en mis oídos como la mas bella sinfonía compuesta nunca,es como si cada despertar,fuera el primer despertar después de la primera noche que pasas con la persona amada y yo me pregunto ¿a quien no le gusta ese despertar?ya si va acompañado por el ruido del primer tren del día que atraviesa el pequeño pueblo transportando a la gente a su pequeño caos diario mientras tú permaneces allí escuchando,mientras revuelves el primer café del día ajeno a todo ese mundo,eso no tiene precio alguno y he tardado mi tiempo en darme cuenta,pues antes me pasaba totalmente inadvertido y no valoraba en su justa medida aquellos pequeños detalles,muchas veces insignificantes que nos brinda la vida poniéndolos a nuestro alcance y que ahora con el tiempo he aprendido a disfrutar como se merece y ha tenido que venir una crisis a enseñarme lo que es vida de verdad,a mostrarme lo que es disfrutar con las cosas mas simples que la vida te proporciona,cosas que la ajetreada vida se encargó de maquillar para que pasaran casi inadvertidas por delante de mis ojos y es ahora cuando los alzo atravesando con mi mirada la ventana cuando realmente disfruto de ese lujo de lo que aparentemente era algo simple que siempre ha estado ahí,esa ventana que me lleva a mi pequeño paraíso,en el cual me resguardo de este invierno que se apróxima,pero ese invierno,queridos amigos,es ya otro capítulo...

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