Aquí nadie salió de una costilla
tampoco el paisaje era una maravilla,
era mas bien de secano,
de copas andábamos algo escasos
para brindar usábamos unos vasos
con tinto de verano.
Tampoco es que hubiese mucho dinero,
los sueños se iban por el sumidero
y todos sabían a derrota,
pero éramos felices con lo que había
con un solo colchón,con agua fría
y en vez de miel compota.
Teníamos mucho aguante y paciencia
aunque nunca nos dieron la licencia
para arreglar nuestro tejado
donde empezaban a caer las goteras
de la gente envidiosa y embustera
que nunca han cambiado.
Eran como serpientes de lengua viperina
tan letales como la nitroglicerina
que las tiraban al vuelo,
que silbaban una sucia melodía
para amargarnos nuestra alegría
y teñir todo de duelo.
Se convirtió en un daño sin medida,
se consiguió que nos jodieran la vida,
llegó todo de repente,sin previo aviso,
sin haber probado la manzana prohibida
nos empujaron a la puerta de salida
para abandonar nuestro propio paraíso.
Acabamos como ballenas que se varan
en aguas que son las que separan
la cordura de los bandazos,
comenzaba a encontrarme preocupado
el pasado parecía estar tan pasado
sólo quedaban retazos
Encontramos un mensaje en una botella
que relataba una vieja epopeya
de otros que habían sido expulsados
de un paraíso al nuestro parecido
que nunca se dieron por vencidos
fortalecíendoles las cosas que habían pasado.
Tal vez eso nos estaba pasando
porque las trabas íbamos saltando
sin dar nada por perdido,
nuestros pies salían de la arena
se iba rompiendo la puta condena
que encima nos había caído
y viendo que ya había caducado
que todo aquello se había terminado
comenzó un nuevo día
en el que se retorcían las serpientes
maldiciendo nuestra buena suerte
de recuperar nuestra la alegría.
Nunca se dió la guerra por perdida,
tampoco pudieron jodernos la vida
y sin notificación ni ningún aviso
nos deshicimos de la fruta podrida
tabicando la puerta de salida
de aquel nuestro nuevo paraíso.
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