miércoles, 4 de noviembre de 2015

Generación 8.0 cap.1


CAPÍTULO I
La calle,el comienzo

Todo tiene un comienzo,un lugar de origen,el mío,como el de otros muchos fue la calle. Ese pequeño mundo,que para nosotros era inmenso,era el que conocíamos,en el que iban a transcurrir los primeros juegos y andanzas y con ello,la semilla de nuestros recuerdos.
Mi pequeño mundo se componía de cuatro manzanas,una de ellas de edificios,las tres restantes pertenecían a una fábrica de una bebida,cuya figura era la de un músico que se haría famoso en el mundo entero,no digo nombres por aquello de no hacer publicidad a alguien que no ha pagado por ello,aunque la publicidad por mi parte tampoco les iba a suponer un aumento en sus ventas,y ahí,justo en el centro de aquellas cuatro manzanas,la calle.
Las paredes de aquella fábrica servían para que en una de ellas,a base de rascar con una piedra sobre aquel hormigón,sosteniera el nombre de nuestro campo de fútbol,”La estrella”,que así le bautizamos los niños de aquel pequeño barrio,también impedían que el balón se nos escapara muy lejos.Las dimensiones de aquel campo las marcaban los bordillos de ambos lados de la calzada,bueno,el de uno,el otro lo delimitaban los coches aparcados,en los que en alguna ocasión teníamos que bucear para rescatar el balón apresado bajo ellos.Las porterías iban desde un bordillo hasta la tapa de alcantarilla situada en mitad de la calle.
Que recuerdos de aquellos partidos interminables que solamente se interrumpían al grito de ¡cocheeeeee!,unos coches que de aquella pasaban de pascua en ramos,nada que ver con la actualidad,que sin ser una arteria importante de la ciudad,raro es el minuto en que no pasa ningún coche por aquel campo de fútbol,perdón,por aquella calle.Decía que eran partidos interminables,mentí,para mi tenían el final cuando mi padre consideraba que ya era hora de retirarse a casa y salía a mitad de la calle para silbarme,mira por donde mi primer árbitro,fue mi padre.

Mencionaba a los coches y me viene a la memoria otro recuerdo que también a día de hoy es impensable,el encontrarse un coche abandonado.En aquellos tiempos vi unos cuantos,que con el paso del tiempo les iban faltando piezas,llegando a estar puestos sobre ladrillos y sin ruedas,pero nosotros no pensábamos en “pobre del dueño” no,nosotros veíamos un lugar para la aventura,un sitio al que subirnos para viajar a otras partes,a lugares que no conocíamos.Y la de kilómetros que nos haríamos montados en aquel 600 y a pesar de las riñas que nos daban nuestros padres por montarnos allí por si aparecía el dueño y cargábamos con la culpabilidad de todos los desperfectos,pero como éramos niños nos daba igual,seguíamos viajando hasta que un día ya no estaba esperándonos,se lo había llevado la grúa.Si nuestra primera colonia fue “Chispas” o eso decía la tele,nuestro primer coche fue un 600.Un volante en el que nos sentíamos el mismísimo Michael Knigth a los mandos de Kit,el coche fantástico,al que llamábamos hablando a través de aquel mítico reloj Casio digital,que tenía la hora,minutos y segundos en números y apretando un botón aparecía la fecha y en los de más alto nivel había un botón que accionaba una mísera luz con la que alucinabas,existía también el casio calculadora pero ese estaba al alcance solamente de la élite pudiente,creo que ahí nacieron “los pijos”,o también en aquel volante nos sentíamos Michael J. Fox regresando al futuro,eso para que quien hubiera podido ira ver la peli al cine,en mis recuerdos tan solo aparecen películas de Parchís,que de aquella eran mis Rolling Stones,mis dioses revolucionarios de la música,que letras tan,para nosotros actuales por aquel entonces,aún se me pone la piel de gallina rememorando alguno de sus hits y no lo digo de manera irónica que aún recuerdo el disgusto que me pillé al conocer que uno de sus miembros había perdido un brazo en un accidente.

Pero aquel 600 no iba a ser nuestro único modo de transporte,recuerdo que comenzaba el auge de los patinetes,skys que decían luego los modernos y entendidos del deporte,pero nosotros éramos pobres y no había presupuesto como para tener uno cada uno,aquí,comenzó a crecer o al menos a
agudizarse nuestro ingenio,si no podíamos tener uno para cada uno,tendríamos uno para todos.Fuimos recolectando materiales,cada uno aportaba lo que podía,unas tablas,unos tornillos,clavos,herramientas,cualquier cosa que fuese redonda y que sirviera a modo de rueda y entre todos fuimos fabricándolo,con la supervisión de los niños algo más mayores que nosotros que se encargaban del diseño y montaje,lo que viene siendo dar los martillazos y si te machacas el dedo que seas tú en lugar de yo.

Y lo creamos,vaya que si lo creamos,un superpatinete de cuatro plazas,muy rudimentario logicamente pero que con una pendiente podría funcionar.Le echamos el ojo a un garaje cercano que tenía una pendiente interesante,una bajada y una subida,suficiente para probar la fiabilidad del invento,pero,dicho garaje tenía un empleado que se encargaba entre otras cosas de vigilar y por muy mal vigilante que seas,creo que media docena de niños con una tabla de casi dos metros,muy desapercibidos que digamos no pasan.Así que hubo que investigar al susodicho,conocer sus rutinas,cuando se iba a comer,cuando al baño,cuando hacía una ronda,cuando cambiaban el turno,etc.En apenas una semana ya pasábamos de ser fabricantes del primer superpatinete del mundo a espías,trabajo para el cúal nos vinieron muy bien aquellos walkie-talkies que uno de nosotros teníamos.Para los incultos de la materia,decir que aquellos aparatos eran,para que lo entiendan,como los primeros teléfonos móviles que funcionaban a pilas,apretabas un botón y hablabas y el portador del otro walkie escuchaba,ahora que como apretaseis el botón los dos a la vez,no te enterabas de nada,al igual que si te alejabas mucho tampoco había manera de comunicarse pero de aquella era todo un adelanto y la de buenos ratos que nos hizo pasar.

En fin,volvamos al garaje que nos habíamos quedado estudiando los movimientos del vigilante que ya teníamos controlado,tras diseñar el plan,decidimos aprovechar su primera ausencia para lanzarnos por aquella pendiente.Dos empujaban y cuatro íbamos de conejillos de indias montados en aquel superpatinete,que claro,con aquellas ruedas metálicas que le habíamos colocado,no veaís el ruído que hacía,pero la verdad que no estaba mal el invento,agarraba cierta velocidad con la que íbamos flipados pensando en que lograríamos coger el suficiente impulso como para subir la cuesta ascendente,pero algo del diseño falló,o tal vez el impulso,pero a mitad del ascenso comenzó la caída marcha atrás y sin frenos,¡No le habíamos puesto frenos! Y claro,cundió el nerviosismo,el pánico y terminó la aventura por los suelos,con las rozaduras en codos,brazos,piernas y rodillas y con la carga de la maldita tabla con ruedas escapando del vigilante,que tras tanto estudio no fuimos capaces a burlarle.Un tiempo después y ya con frenos instalados volveríamos a la carga pero esta vez en plena calle,con los coches pasando y teniendo que sincronizar el tiempo que duraban los semáforos sin cambiar de color con el cálculo del tiempo que invertiríamos en hacer el descenso con éxito.He de decir que la aventura no se saldó con ningún atropello ni con ningún impacto con algún coche,eso si,descalabros en ropas y partes del cuerpo,las que querais,hubo para dar y regalar,hasta que en el último viaje,nuestro primer gran invento que pensábamos cambiaría la historia,se destrozó en mil pedazos,imagino que en parte por la falta de la ITV,que de aquella todavía no existía provocando que nuestro vehículo no estuviera en perfecto estado de circulación,pero que nos quiten lo bailao.

Mencioné lo de los walkie-talkies,pero no era nuestro único modo revolucionario de comunicación,existía otro invento más rudimentario,quizás de menor alcance pero que al menos los dos interlocutores podían hablar al mismo tiempo y escucharse sin botones,¿Qué era?los famoso yogures vacíos,los envases con un agujero en la base por el que metíamos un hilo de coser tan largo como el trayecto que quisiéramos tener cubierto para comunicarnos.Ejemplo,yo vivía en un tercero y mi compañero de fatigas en el primero,en mi casa unía los dos yogures vacíos con el hilo y lanzaba por la ventana uno,el compañero lo recogía en el patio,lo metía en su casa y así estábamos en contacto cuando a alguno nos castigaban,se puede decir que fue el primer internet o
nuestro equivalente,era la fuente por donde te facilitaban información del exterior.Lo bueno era que no tenías que hacer ningún contrato de permanencia con ninguna compañía ni te llamaban a cualquier hora para ofrecerte otras ofertas ni nada por el estilo,ahí la duración de aquel internet la marcaba la madre de alguna de las dos partes que cansada o cabreada por la comunicación venía y en un momento te rompía el contrato dejándote sin suministro,probad cualquiera hoy día a intentar romper una permanencia con una compañía de estas,vais a echar pelo,que sí,que de aquella algunas cosas eran más difíciles pero otras,como esta,eran más sencillas.

Y como todos los castigos,tenían su fin y podías volver a salir a la calle,a aquella calle que tenía un olor mezcla de vino y de sidra achampanada fruto de la fábrica,que en un lateral,que hoy ocupa un edificio moderno,con una ludoteca en sus bajos,tenía en lo alto unas ventanas que daban a los grandes toneles en los que se guardaba tanto el vino "Los Corales" como la famosa sidra achampanada "El Gaitero",vaya,ya hice la publicidad que al principio no quise hacer,tal vez es que ya me han soltado unos cuantos eurillos.Las ventanas tenían multiutilidad,para ellos era la manera con la cual lograr una ventilación,para nosotros tenía la utilidad de encolar balones,generalmente de plástico,de aquellos que regalaban en los supermercados "El trébol" que sin falta de aire volaban al entrar en contacto con el pie,me río de los efectos de los futbolistas de hoy en día,si nos hubieran visto los periodistas con aquellos balones seguramente nos habrían dado el balón de oro a toda nuestra generación.¿que porque jugábamos a encolar los balones y correr el riesgo de quedarnos sin ellos?bien,pudiera ser que por aburrimiento o pudiera ser por hacer alguna putada a alguien y dejarle sin balón,no sé,éramos crios,haciamos cosas sin sentido y sin explicación y claro,de aquella Iker Jiménez no existía como tal para investigar aquellos fenómenos paranormales.

En épocas de lluvia se inundaba de lo lindo,para algunos era toda una faena,para nosotros los niños en alguna ocasión,era síntoma de alegría ya que no íbamos al cole por no poder salir de casa y pasábamos el tiempo de la inundación hablando por aquellos yogures maquinando las andanzas que vendrían a continuación,tiempos de investigación,de analizar los restos que tras de si dejaría el agua.Una ocasión vino el periódico local a hacer fotos cuando ya bajaba el nivel del agua,mi primera aparición en la prensa fue chupando cámara con algún amigo jugando en el improvisado río.Al quitarse por completo el agua íbamos en busca de los restos,sobre todo en busca de los cadáveres de ratas que poblaban la vieja fábrica,quizás en una calle como aquella se criaron los guinoistas de C.S.I o Frank de la jungla y de ahí le vino el gusanillo de andar tras los animales ¿quien sabe?.Para nosotros era un mundo paralelo,analizar los restos de la vida que no veíamos,hasta que el ayuntamiento decidió cambiar el alcantarillado para que aquellas inundaciones no regresaran,hoy como mucho encuentras algún charco en el que hacer con el zapato un poco de “chof chof” rememorando los viejos tiempos.

Y como todo va evolucionando,aquella fábrica un día cerró o mejor dicho,se trasladó,cesando para siempre aquella sirena que marcaba la salida a los empleados y que a nosotros nos servía para saber que comenzaba nuestro particular recreo.En ocasiones aquellos empleados nos deleitaban con la posibilidad de contemplar el coche de rallys de la empresa,un tal Cardín creo que lo pilotaba,en su lugar hoy hay un edificio moderno,un mastodonte que no casa con el resto del barrio pero que ahí está que nos deleita con un centro de salud en sus bajos,que siendo sinceros,visitarlo no me produce el mismo placer que me producía el coche de rally.Justo enfrente han puesto un parque,con sus columpios y cacharros para que los niños jueguen sobre un suelo acolchado,que diferencia con nuestros suelos de gravilla,de piedra o de cemento armado que hacía meritorio el hecho de volver a casa sin heridas,raspaduras o sin ningún hueso roto,pero lo más llamativo del parque es el estanque,tal vez lo hicieron para que mi generación al mirarlo rememorase aquellas inundaciones y ¿porque no?darse un chapuzón con las katiuskas puestas.(Katiuska en nuestro vocabulario son botas de agua).
En aquel lugar llamado mundo también había negocios que formaban parte de la vida cotidiana de un niño,no eran parientes pero eran como de la familia,aquel ambiente que se respiraba es complicado encontrarlo hoy que todo es más frío,por decirlo de alguna manera.En una esquina estaba un bar,si no recuerdo mal se llamaba “El cafetín”,en ocasiones,cuando no había niños con los que jugar,mi padre me llevaba con él a tomar algo,de aquel bar recuerdo que había un cuadro con las selecciones que participaban en el mundial de fútbol de España del 82,al cúal me pasaba las horas mirándolo como queriendo estudiarlo aunque dada mi altura no llegaba a leer los nombres,ni a distinguir sus caras,pero me encantaba,era algo que me hipnotizaba.Años después aquel bar también cerró,sus dueños lo cambiaban por otro más grande y fuera de mi pequeño mundo y su dueño,no sé si por las horas que me pasé contemplándolo o tal vez porque se quería deshacer del cuadro,me lo regaló y por fin pude leer los nombres de los jugadores y tenerlo para mi solito,era mi tesoro,como el de Gollum pero en cuadro y taitantos años después aún decora una de las paredes de la casa de mi madre y de vez en cuando,todavía lo miro embobado.

Justo al frente estaba el paraíso de los niños,es decir,aquel mágico lugar llamado el kiosco,donde acudáimos corriendo el día de paga a fundirnos los ahorros en chucherías,aquellas cebolletas pasando de boca en boca para chupar el aceitillo que las bañaba,los kilos de gominolas o caramelos de a peseta o de dos a una peseta,los gusanitos,rufinos era mi marca preferida,las pipas que se convertían en un halo de unión cuando eran repartidas,de aquella aún no había donetes para que te salieran amigos de todas partes,con un paquete de pipas lo arreglabas,por no hablar de los petazetas,las nubes,que los mas quinquis quemábamos con cerillas o algún mechero robado de los bolsillos de alguno de nuestros padres,¿si lo robábamos para quemar las nubes?evidentemente no,pero es que en el kiosco además de chuches también vendían petardos y con algo había que prenderles la mecha para hacerlos explotar en los lugares más insospechados.

Siguiendo con los negocios,cruzabas la calle y te encontrabas con la tienda de comestibles,algo que como alguna especie de animal,hoy se encuentra en peligro de extinción y tal vez puedan contarse con los dedos de una mano las que quedan al pie del cañón.¿Aquello que era?podría preguntarse alguno.Bien,aquello era el equivalente a lo que hoy es el supermercado pero a pequeña escala y sin cadenas.Era el lugar donde peregrinabas a hacer la compra,donde ibas a por aquellas botellas de litro de refresco de cola que eran de cristal,cuantas de esas botellas se me romperían en el mínimo camino que había de la tienda hasta mi casa y cuantas heridas me producirían sus rotos cristales y no había broncas,simplemente aquel “ahora por torpe no bebes refresco en toda la semana” te dolía más que cualquier riña que te pudiera caer.Por no hablar de aquellos encargos que te hacían,recados se llamaban,en los que ibas a la tienda sin dinero y lo arreglabas todo con aquella frase de “dice mi padre que se lo apuntes” o la de “ya te lo pagará mañana” y te ibas tan tranquilo,prueba a decir esto hoy en el carrefour a ver que te dicen y a ver si puedes salir de allí tan tranquilo.
Y hablando de envases extraños,en otro punto de la calle estaba el puesto de pan y leche y sí,sólo vendían pan y leche,puesto que mi padre era panadero no gastábamos en pan,pero si en leche y de aquella no había tetrabricks ni nada parecido,de aquella eran ¡bolsas!!!!,como lo leeis,bolsas de litro que abrías por una esquina y tu madre guardaba en la nevera dentro de una jarra y sí,también unas cuantas de esas bolsas se me rompieron camino a casa por andar haciendo el imbécil y en esas ocasiones si que me caían regañinas de las buenas.

En otra esquina que no había local estaba la esquina multiusos,llamada así porque servía tanto como para reunirnos a planear maldades,juegos y demás,como para montar nuestro puesto ambulante en la que vendíamos todo lo imaginable,o más bien,todo lo que encontrábamos por casa sin utilidad aparente o viejos juguetes y tebeos,pegatinas y un montón de cosas más.Había mencionado que éramos pobres y había que sobrevivir y sacar dinero de debajo de las piedras para invertir en chuches y petardos,aunque reconozco que nuestro mayor vicio además de aquellos 
coches en miniatura de majorette o guisval,de los que llegué a tener una inmensa colección,eran las colecciones de cromos,daba igual de lo que fueran,el caso era correr al kiosco,comprar todos los sobres posibles acordes a tu presupuesto y acudir a aquella esquina a experimentar esa magia de abrirlos y ver que joyas te aparecían,llegando a la decepción en muchas ocasiones al comprobar que muchos ya los tenías,los repes.Pero que te servían para vivir otro gran momento,el de cambiar cromos.Esto era algo así como la bolsa de Wall Street,un grupo de niños se juntaba y entre gritos de cambio,de sipis y de nopis se podía pasar las horas muertas en busca de su gran inversión,la del cromo que te faltaba para terminar la colección o la consecución de aquel cromo que se extendía a través de leyendas urabanas como el más difícil de conseguir,”un primo mío me ha dicho que panini sólo hizo 20 cromos de Quini para toda España” y tú te lo creías con un gran oh de exclamación y soñabas con que te hacías con aquel cromo,que si faltaba,solamente los pijos del reloj calculadora se podían permitir el pedirlo a la casa de los cromos que tras previo pago de una cantidad de dinero te mandaban a casa,pero esto me lo ha contado un amigo de un amigo que tenía otro amigo que una vez lo hizo.
En algunas ocasiones todo eso no se conseguía más que a través de nuestro particular top manta de venta ambulante y una de las cosas que echo en falta,ver un grupo de niños montando un puesto ambulante,se me caerían las lágrimas si lo viera.

Las reuniones que se montaban en la multiusos,nada bueno presagiaban,poneros en la mentalidad de un niño que va creciendo bajo la influencia de la tele y la ausencia de Bob Esponja,pasando por alto el entrañable Espinete,un erizo de color rosa que se paseaba por el barrio sésamo en pelotas pero para dormir se ponía pijama y gorro,no nos cuadraba mucho y por eso como referentes utilizábamos a Mc Gyver o al Equipo-A,que de la nada te hacían maravillas,por cierto,la de este equipo fue una serie en la que les habrán pegado quinientos mil tiros,diez mil explosiones,ocho mil puñetazos y mil y una desgracias pero en la que no recuerdo haber visto ni un muerto,ni una herida,ni una gota de sangre,ni ningún moratón,pero por algo eran el Equipo-A,un comando compuesto por cuatro de los mejores hombres del ejercito norte americano que en 1972 fueron encarcelados por un delito que no habían cometido,no tardaron en fugarse de la prisión en la que se encontraban recluidos y de aquella buscados todavía por el gobierno,sobrevivían como soldados de fortuna,si tenías algún problema y los encontrabas,quizás podías contratarlos,ratatatatatatatá... perdón,perdón,se me fue,quería decir que no les pasaba nada porque para algo eran unos profesionales,que ríete tú de los disfraces de carnaval que te ponían en casa,los de Hannibal si que eran disfraces que no lo reconocía ni dios,no como tú ahí vestido de mosquetero con el bigote pintado con el corcho quemado que te reconocía todo el mundo.
Ibas creciendo y la calle se iba quedando un tanto pequeña y ansiabas conocer mundo más allá de aquellas cuatro manzanas que hasta aquel entonces lo componían y te adentrabas en los pequeños mundos de otras pandillas de niños.Justo al lado del nuestro,estaba la calle Príncipe,un nombre que con los años adquiriría popularidad,por aquello de la serie y por la abdicación real,que dicho sea de paso,a poco más y la pareja del principito sale de mi barrio,por unos kilómetros de nada.Pero volvamos a aquel principado en forma de calle que habíamos frecuentado siempre en compañía de un adulto porque entre niños de barrios distintos se podía iniciar por menos de nada una batalla campal,como el nombre de uno de los bares que allí había.En ella,vivían una pareja de hermanos y un medio portugués que con su presencia acongojaban,luego pude conocerles y eran bien majos pero de aquella,te impresionaban.El conocerles mejor vendría en el espacio de tiempo que trancurriría en el parque,en una de esas evoluciones que sufrimos con los años,como los
Pokemon que atacaban al grito de pika pika chuuuuu,nosotros si atacábamos,lo hacíamos al grito de puños fuera de Mazinguer Z,o en nombre de Los Caballeros del Zodiaco y en última instancia implorábamos la fuerza en nombre de Bioman,esta quizá es una serie que recomendaría no volver a visionar en edad adulta,no lo hagais,ahorraros una gran decepción.
Que tiempos en los que te metías en la piel del Phoenix,que te servía tanto para sentirte caballero del zodiaco como para ser el guaperas del Equipo-A aunque de aquella lo de ligar no se te pasaba por la cabeza,habría que sufrir aún más evoluciones para llegar a ello,o te metías en la piel del caballero Pegaso,todo ello sin perder el espíritu travieso del gato Isidoro,ahí te sentías genial,el rey de la ciudad.
En la Príncipe había otro bar,la hija de los dueños me hizo sentir como al guaperas de Phoenix,las niñas,al menos antes,eran más románticas que nosotros,seguramente se hacían adultas antes o al menos iban un paso por delante y ya pensaban en el amor,o al menos en pintar corazones de tiza,como aquella canción,por las paredes.Uno permaneció en una pared unos cuantos años,Rosa y Gorge era su contenido,dije que eran más románticas,de acuerdo,pero en el caso de quien lo hubiera escrito no era más lista ya que Jorge con dos ges tiene delito.Ellas suspirando por su primer medio amor de niñez y yo en cambio preocupado en que me vieran sacarles la lengua y en hacerles burla cada vez que se me presentaba la ocasión,esto último me lo devolvería la vida con creces,ay pobre de mi que no sabía que en un futuro alguna que otra se burlaría de mi y yo lloraría,claro que si hubiese tenido un Delorian como habría cambiado el cuento.
Pero volviendo a lo de las batallas campales,no penseis que los conflictos o que el que un grupo mandase por encima de otro grupo y de otra calle lo solucionábamos a leches y golpes,aquello lo arreglábamos con una eliminatoria de fútbol a ida y vuelta.Allí había más tensión y más importancia que en la final de un mundial,que precisamente la final del mundial del 86 de México nos pilló en nuestra final,recuerdo los gritos por la ventana de uno de los niños pequeños de la calle que nos hacía de spiker gritando los goles de Argentina y Alemania.La nuestra no sé quien la ganó pero si recuerdo que siempre andábamos en pique (mismo nombre que la mascota de aquel mundial) con una rivalidad eterna como la del Sporting y Oviedo o Barcelona y R.Madrid.
Por aquel entonces ya habíamos entrado en contacto con el siguiente paso en la evolución,el colegio,donde por primera vez en la vida pasarías a ser un número,otorgado por orden alfabético,el primer lugar donde te pasarían lista teniendo que contestar aquello de “presente”,lugar para conocer a otros niños de otras calles,pequeña escuela donde más adelante alguno se sacaría un master en falsificación de justificantes paternos por ausencia y por trucar alguna que otra nota evaluatoria cuando dejaron de ser P.A o N.M(progresa adecuadamente o necesita mejorar) que sin duda fue la cuna para otro montón de recuerdos y mi segunda incursión en la prensa local por una excursión que hicimos al periódico que se inmortalizaba con la foto publicada en sus páginas,cosa que por cierto,también parece haber pasado a mejor vida,como esos niños que corrían como locos al kiosco para compartir las pipas,hacer sus mercadillos,romper algún que otro cristal de un balonazo o hacer un superpatinete,cosas que ya no se hacen pero al menos en estas páginas quedará constancia de que hubo un día en el que se hacían e incluso se hacía aquello tan simple llamado hablar cara a cara o yogur a yogur.

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