CAPÍTULO
I
La
calle,el comienzo
Todo tiene un comienzo,un lugar de origen,el
mío,como el de otros muchos fue la calle. Ese pequeño mundo,que
para nosotros era inmenso,era el que conocíamos,en el que iban a
transcurrir los primeros juegos y andanzas y con ello,la semilla de
nuestros recuerdos.
Mi pequeño mundo se componía de cuatro manzanas,una de ellas de
edificios,las tres restantes pertenecían a una fábrica de una
bebida,cuya figura era la de un músico que se haría famoso en el
mundo entero,no digo nombres por aquello de no hacer publicidad a
alguien que no ha pagado por ello,aunque la publicidad por mi parte
tampoco les iba a suponer un aumento en sus ventas,y ahí,justo en el
centro de aquellas cuatro manzanas,la calle.
Las paredes de aquella fábrica servían para que en una de
ellas,a base de rascar con una piedra sobre aquel hormigón,sosteniera
el nombre de nuestro campo de fútbol,”La estrella”,que así le
bautizamos los niños de aquel pequeño barrio,también impedían que
el balón se nos escapara muy lejos.Las dimensiones de aquel campo
las marcaban los bordillos de ambos lados de la calzada,bueno,el de
uno,el otro lo delimitaban los coches aparcados,en los que en alguna
ocasión teníamos que bucear para rescatar el balón apresado bajo
ellos.Las porterías iban desde un bordillo hasta la tapa de
alcantarilla situada en mitad de la calle.
Que recuerdos de aquellos partidos interminables que solamente se
interrumpían al grito de ¡cocheeeeee!,unos coches que de aquella
pasaban de pascua en ramos,nada que ver con la actualidad,que sin ser
una arteria importante de la ciudad,raro es el minuto en que no pasa
ningún coche por aquel campo de fútbol,perdón,por aquella
calle.Decía que eran partidos interminables,mentí,para mi tenían
el final cuando mi padre consideraba que ya era hora de retirarse a
casa y salía a mitad de la calle para silbarme,mira por donde mi
primer árbitro,fue mi padre.
Mencionaba a los coches y me viene a la memoria otro recuerdo que
también a día de hoy es impensable,el encontrarse un coche
abandonado.En aquellos tiempos vi unos cuantos,que con el paso del
tiempo les iban faltando piezas,llegando a estar puestos sobre
ladrillos y sin ruedas,pero nosotros no pensábamos en “pobre del
dueño” no,nosotros veíamos un lugar para la aventura,un sitio al
que subirnos para viajar a otras partes,a lugares que no conocíamos.Y
la de kilómetros que nos haríamos montados en aquel 600 y a pesar
de las riñas que nos daban nuestros padres por montarnos allí por
si aparecía el dueño y cargábamos con la culpabilidad de todos los
desperfectos,pero como éramos niños nos daba igual,seguíamos
viajando hasta que un día ya no estaba esperándonos,se lo había
llevado la grúa.Si nuestra primera colonia fue “Chispas” o eso
decía la tele,nuestro primer coche fue un 600.Un volante en
el que nos sentíamos el mismísimo Michael Knigth a los mandos de
Kit,el coche fantástico,al que llamábamos hablando a través de
aquel mítico reloj Casio digital,que tenía la hora,minutos y
segundos en números y apretando un botón aparecía la fecha y en
los de más alto nivel había un botón que accionaba una mísera luz
con la que alucinabas,existía también el casio calculadora pero ese
estaba al alcance solamente de la élite pudiente,creo que ahí
nacieron “los pijos”,o también en aquel volante nos sentíamos
Michael J. Fox regresando al futuro,eso para que quien hubiera podido
ira ver la peli al cine,en mis recuerdos tan solo aparecen películas
de Parchís,que de aquella eran mis Rolling Stones,mis dioses
revolucionarios de la música,que letras tan,para nosotros actuales
por aquel entonces,aún se me pone la piel de gallina rememorando
alguno de sus hits y no lo digo de manera irónica que aún recuerdo
el disgusto que me pillé al conocer que uno de sus miembros había
perdido un brazo en un accidente.
Pero aquel 600 no iba a ser nuestro único modo de
transporte,recuerdo que comenzaba el auge de los patinetes,skys que
decían luego los modernos y entendidos del deporte,pero nosotros
éramos pobres y no había presupuesto como para tener uno cada
uno,aquí,comenzó a crecer o al menos a
agudizarse nuestro ingenio,si no podíamos tener uno para cada
uno,tendríamos uno para todos.Fuimos recolectando
materiales,cada uno aportaba lo que podía,unas tablas,unos
tornillos,clavos,herramientas,cualquier cosa que fuese redonda y que
sirviera a modo de rueda y entre todos fuimos fabricándolo,con la
supervisión de los niños algo más mayores que nosotros que se
encargaban del diseño y montaje,lo que viene siendo dar los
martillazos y si te machacas el dedo que seas tú en lugar de yo.
Y lo creamos,vaya que si lo creamos,un superpatinete de cuatro
plazas,muy rudimentario logicamente pero que con una pendiente podría
funcionar.Le echamos el ojo a un garaje cercano que tenía una
pendiente interesante,una bajada y una subida,suficiente para probar
la fiabilidad del invento,pero,dicho garaje tenía un empleado que se
encargaba entre otras cosas de vigilar y por muy mal vigilante
que seas,creo que media docena de niños con una tabla de casi dos
metros,muy desapercibidos que digamos no pasan.Así que hubo que
investigar al susodicho,conocer sus rutinas,cuando se iba a
comer,cuando al baño,cuando hacía una ronda,cuando cambiaban el
turno,etc.En apenas una semana ya pasábamos de ser fabricantes del
primer superpatinete del mundo a espías,trabajo para el cúal nos
vinieron muy bien aquellos walkie-talkies que uno de nosotros
teníamos.Para los incultos de la materia,decir que aquellos aparatos
eran,para que lo entiendan,como los primeros teléfonos móviles que
funcionaban a pilas,apretabas un botón y hablabas y el portador del
otro walkie escuchaba,ahora que como apretaseis el botón los dos a
la vez,no te enterabas de nada,al igual que si te alejabas mucho
tampoco había manera de comunicarse pero de aquella era todo un
adelanto y la de buenos ratos que nos hizo pasar.
En fin,volvamos al garaje que nos habíamos quedado estudiando los
movimientos del vigilante que ya teníamos controlado,tras diseñar
el plan,decidimos aprovechar su primera ausencia para lanzarnos por
aquella pendiente.Dos empujaban y cuatro íbamos de conejillos de
indias montados en aquel superpatinete,que claro,con aquellas ruedas
metálicas que le habíamos colocado,no veaís el ruído que
hacía,pero la verdad que no estaba mal el invento,agarraba cierta
velocidad con la que íbamos flipados pensando en que lograríamos
coger el suficiente impulso como para subir la cuesta ascendente,pero
algo del diseño falló,o tal vez el impulso,pero a mitad del ascenso
comenzó la caída marcha atrás y sin frenos,¡No le habíamos
puesto frenos! Y claro,cundió el nerviosismo,el pánico y terminó
la aventura por los suelos,con las rozaduras en codos,brazos,piernas
y rodillas y con la carga de la maldita tabla con ruedas escapando
del vigilante,que tras tanto estudio no fuimos capaces a burlarle.Un
tiempo después y ya con frenos instalados volveríamos a la carga
pero esta vez en plena calle,con los coches pasando y teniendo que
sincronizar el tiempo que duraban los semáforos sin cambiar de color
con el cálculo del tiempo que invertiríamos en hacer el descenso
con éxito.He de decir que la aventura no se saldó con ningún
atropello ni con ningún impacto con algún coche,eso si,descalabros
en ropas y partes del cuerpo,las que querais,hubo para dar y
regalar,hasta que en el último viaje,nuestro primer gran invento que
pensábamos cambiaría la historia,se destrozó en mil
pedazos,imagino que en parte por la falta de la ITV,que de aquella
todavía no existía provocando que nuestro vehículo no estuviera en
perfecto estado de circulación,pero que nos quiten lo bailao.
Mencioné lo de los walkie-talkies,pero no era nuestro único modo
revolucionario de comunicación,existía otro invento más
rudimentario,quizás de menor alcance pero que al menos los dos
interlocutores podían hablar al mismo tiempo y escucharse sin
botones,¿Qué era?los famoso yogures vacíos,los envases con un
agujero en la base por el que metíamos un hilo de coser tan largo
como el trayecto que quisiéramos tener cubierto para
comunicarnos.Ejemplo,yo vivía en un tercero y mi compañero de
fatigas en el primero,en mi casa unía los dos yogures vacíos con el
hilo y lanzaba por la ventana uno,el compañero lo recogía en el
patio,lo metía en su casa y así estábamos en contacto cuando a
alguno nos castigaban,se puede decir que fue el primer internet o
nuestro equivalente,era la fuente por donde te facilitaban
información del exterior.Lo bueno era que no tenías que hacer
ningún contrato de permanencia con ninguna compañía ni te llamaban
a cualquier hora para ofrecerte otras ofertas ni nada por el
estilo,ahí la duración de aquel internet la marcaba la madre de
alguna de las dos partes que cansada o cabreada por la comunicación
venía y en un momento te rompía el contrato dejándote sin
suministro,probad cualquiera hoy día a intentar romper una
permanencia con una compañía de estas,vais a echar pelo,que sí,que
de aquella algunas cosas eran más difíciles pero otras,como
esta,eran más sencillas.
Y como todos los castigos,tenían su fin y podías volver a salir
a la calle,a aquella calle que tenía un olor mezcla de vino y
de sidra achampanada fruto de la fábrica,que en un lateral,que hoy
ocupa un edificio moderno,con una ludoteca en sus bajos,tenía en lo
alto unas ventanas que daban a los grandes toneles en los que se
guardaba tanto el vino "Los Corales" como la famosa sidra
achampanada "El Gaitero",vaya,ya hice la publicidad
que al principio no quise hacer,tal vez es que ya me han soltado unos
cuantos eurillos.Las ventanas tenían multiutilidad,para ellos
era la manera con la cual lograr una ventilación,para nosotros tenía
la utilidad de encolar balones,generalmente de plástico,de aquellos
que regalaban en los supermercados "El trébol" que sin
falta de aire volaban al entrar en contacto con el pie,me río de los
efectos de los futbolistas de hoy en día,si nos hubieran visto los
periodistas con aquellos balones seguramente nos habrían dado el
balón de oro a toda nuestra generación.¿que porque jugábamos a
encolar los balones y correr el riesgo de quedarnos sin
ellos?bien,pudiera ser que por aburrimiento o pudiera ser por hacer
alguna putada a alguien y dejarle sin balón,no sé,éramos
crios,haciamos cosas sin sentido y sin explicación y claro,de
aquella Iker Jiménez no existía como tal para investigar aquellos
fenómenos paranormales.
En épocas de lluvia se inundaba de lo lindo,para algunos era toda
una faena,para nosotros los niños en alguna ocasión,era síntoma de
alegría ya que no íbamos al cole por no poder salir de casa y
pasábamos el tiempo de la inundación hablando por aquellos yogures
maquinando las andanzas que vendrían a continuación,tiempos de
investigación,de analizar los restos que tras de si dejaría el
agua.Una ocasión vino el periódico local a hacer fotos cuando ya
bajaba el nivel del agua,mi primera aparición en la prensa fue
chupando cámara con algún amigo jugando en el improvisado río.Al
quitarse por completo el agua íbamos en busca de los restos,sobre
todo en busca de los cadáveres de ratas que poblaban la vieja
fábrica,quizás en una calle como aquella se criaron los guinoistas
de C.S.I o Frank de la jungla y de ahí le vino el gusanillo de andar
tras los animales ¿quien sabe?.Para nosotros era un mundo
paralelo,analizar los restos de la vida que no veíamos,hasta que el
ayuntamiento decidió cambiar el alcantarillado para que aquellas
inundaciones no regresaran,hoy como mucho encuentras algún charco en
el que hacer con el zapato un poco de “chof chof” rememorando los
viejos tiempos.
Y como todo va evolucionando,aquella fábrica un día cerró o
mejor dicho,se trasladó,cesando para siempre aquella sirena que
marcaba la salida a los empleados y que a nosotros nos servía para
saber que comenzaba nuestro particular recreo.En ocasiones aquellos
empleados nos deleitaban con la posibilidad de contemplar el coche de
rallys de la empresa,un tal Cardín creo que lo pilotaba,en su lugar
hoy hay un edificio moderno,un mastodonte que no casa con el resto
del barrio pero que ahí está que nos deleita con un centro de salud
en sus bajos,que siendo sinceros,visitarlo no me produce el mismo
placer que me producía el coche de rally.Justo enfrente han puesto
un parque,con sus columpios y cacharros para que los niños jueguen
sobre un suelo acolchado,que diferencia con nuestros suelos de
gravilla,de piedra o de cemento armado que hacía meritorio el hecho
de volver a casa sin heridas,raspaduras o sin ningún hueso roto,pero
lo más llamativo del parque es el estanque,tal vez lo hicieron para
que mi generación al mirarlo rememorase aquellas inundaciones y
¿porque no?darse un chapuzón con las katiuskas puestas.(Katiuska en
nuestro vocabulario son botas de agua).
En aquel lugar llamado mundo también había negocios que
formaban parte de la vida cotidiana de un niño,no eran parientes
pero eran como de la familia,aquel ambiente que se respiraba es
complicado encontrarlo hoy que todo es más frío,por decirlo de
alguna manera.En una esquina estaba un bar,si no recuerdo mal se
llamaba “El cafetín”,en ocasiones,cuando no había niños con
los que jugar,mi padre me llevaba con él a tomar algo,de aquel bar
recuerdo que había un cuadro con las selecciones que participaban en
el mundial de fútbol de España del 82,al cúal me pasaba las horas
mirándolo como queriendo estudiarlo aunque dada mi altura no llegaba
a leer los nombres,ni a distinguir sus caras,pero me encantaba,era
algo que me hipnotizaba.Años después aquel bar también cerró,sus
dueños lo cambiaban por otro más grande y fuera de mi pequeño
mundo y su dueño,no sé si por las horas que me pasé contemplándolo
o tal vez porque se quería deshacer del cuadro,me lo regaló y por
fin pude leer los nombres de los jugadores y tenerlo para mi
solito,era mi tesoro,como el de Gollum pero en cuadro y taitantos
años después aún decora una de las paredes de la casa de mi madre
y de vez en cuando,todavía lo miro embobado.
Justo al frente estaba el paraíso de los niños,es decir,aquel
mágico lugar llamado el kiosco,donde acudáimos corriendo el día de
paga a fundirnos los ahorros en chucherías,aquellas cebolletas
pasando de boca en boca para chupar el aceitillo que las bañaba,los
kilos de gominolas o caramelos de a peseta o de dos a una peseta,los
gusanitos,rufinos era mi marca preferida,las pipas que se convertían
en un halo de unión cuando eran repartidas,de aquella aún no había
donetes para que te salieran amigos de todas partes,con un paquete de
pipas lo arreglabas,por no hablar de los petazetas,las nubes,que los
mas quinquis quemábamos con cerillas o algún mechero robado de los
bolsillos de alguno de nuestros padres,¿si lo robábamos para quemar
las nubes?evidentemente no,pero es que en el kiosco además de
chuches también vendían petardos y con algo había que prenderles
la mecha para hacerlos explotar en los lugares más insospechados.
Siguiendo con los negocios,cruzabas la calle y te encontrabas con
la tienda de comestibles,algo que como alguna especie de animal,hoy
se encuentra en peligro de extinción y tal vez puedan contarse con
los dedos de una mano las que quedan al pie del cañón.¿Aquello que
era?podría preguntarse alguno.Bien,aquello era el equivalente a lo
que hoy es el supermercado pero a pequeña escala y sin cadenas.Era
el lugar donde peregrinabas a hacer la compra,donde ibas a por
aquellas botellas de litro de refresco de cola que eran de
cristal,cuantas de esas botellas se me romperían en el mínimo
camino que había de la tienda hasta mi casa y cuantas heridas me
producirían sus rotos cristales y no había broncas,simplemente
aquel “ahora por torpe no bebes refresco en toda la semana” te
dolía más que cualquier riña que te pudiera caer.Por no hablar de
aquellos encargos que te hacían,recados se llamaban,en los que ibas
a la tienda sin dinero y lo arreglabas todo con aquella frase de
“dice mi padre que se lo apuntes” o la de “ya te lo pagará
mañana” y te ibas tan tranquilo,prueba a decir esto hoy en el
carrefour a ver que te dicen y a ver si puedes salir de allí tan
tranquilo.
Y hablando de envases extraños,en otro punto de la calle estaba
el puesto de pan y leche y sí,sólo vendían pan y leche,puesto que
mi padre era panadero no gastábamos en pan,pero si en leche y de
aquella no había tetrabricks ni nada parecido,de aquella eran
¡bolsas!!!!,como lo leeis,bolsas de litro que abrías por una
esquina y tu madre guardaba en la nevera dentro de una jarra y
sí,también unas cuantas de esas bolsas se me rompieron camino a
casa por andar haciendo el imbécil y en esas ocasiones si que me
caían regañinas de las buenas.
En otra esquina que no había local estaba la esquina
multiusos,llamada así porque servía tanto como para reunirnos a
planear maldades,juegos y demás,como para montar nuestro puesto
ambulante en la que vendíamos todo lo imaginable,o más bien,todo lo
que encontrábamos por casa sin utilidad aparente o viejos juguetes y
tebeos,pegatinas y un montón de cosas más.Había mencionado que
éramos pobres y había que sobrevivir y sacar dinero de debajo de
las piedras para invertir en chuches y petardos,aunque reconozco que
nuestro mayor vicio además de aquellos
coches en miniatura de majorette o guisval,de los que llegué a
tener una inmensa colección,eran las colecciones de cromos,daba
igual de lo que fueran,el caso era correr al kiosco,comprar todos los
sobres posibles acordes a tu presupuesto y acudir a aquella esquina a
experimentar esa magia de abrirlos y ver que joyas te
aparecían,llegando a la decepción en muchas ocasiones al comprobar
que muchos ya los tenías,los repes.Pero que te servían para vivir
otro gran momento,el de cambiar cromos.Esto era algo así como la
bolsa de Wall Street,un grupo de niños se juntaba y entre gritos de
cambio,de sipis y de nopis se podía pasar las horas muertas en busca
de su gran inversión,la del cromo que te faltaba para terminar la
colección o la consecución de aquel cromo que se extendía a través
de leyendas urabanas como el más difícil de conseguir,”un primo
mío me ha dicho que panini sólo hizo 20 cromos de Quini para toda
España” y tú te lo creías con un gran oh de exclamación y
soñabas con que te hacías con aquel cromo,que si faltaba,solamente
los pijos del reloj calculadora se podían permitir el pedirlo a la
casa de los cromos que tras previo pago de una cantidad de dinero te
mandaban a casa,pero esto me lo ha contado un amigo de un amigo que
tenía otro amigo que una vez lo hizo.
En algunas ocasiones todo eso no se conseguía más que a través
de nuestro particular top manta de venta ambulante y una de las cosas
que echo en falta,ver un grupo de niños montando un puesto
ambulante,se me caerían las lágrimas si lo viera.
Las reuniones que se
montaban en la multiusos,nada bueno presagiaban,poneros en la
mentalidad de un niño que va creciendo bajo la influencia de la tele
y la ausencia de Bob Esponja,pasando por alto el entrañable
Espinete,un erizo de color rosa que se paseaba por el barrio sésamo
en pelotas pero para dormir se ponía pijama y gorro,no nos cuadraba
mucho y por eso como referentes utilizábamos a Mc Gyver o al
Equipo-A,que de la nada te hacían maravillas,por cierto,la de este
equipo fue una serie en la que les habrán pegado quinientos mil
tiros,diez mil explosiones,ocho mil puñetazos y mil y una desgracias
pero en la que no recuerdo haber visto ni un muerto,ni una herida,ni
una gota de sangre,ni ningún moratón,pero por algo eran el
Equipo-A,un comando compuesto por cuatro de los mejores hombres del
ejercito norte americano que en 1972 fueron encarcelados por un
delito que no habían cometido,no tardaron en fugarse de la prisión
en la que se encontraban recluidos y de aquella buscados todavía por
el gobierno,sobrevivían como soldados de fortuna,si tenías algún
problema y los encontrabas,quizás podías
contratarlos,ratatatatatatatá... perdón,perdón,se me fue,quería
decir que no les pasaba nada porque para algo eran unos
profesionales,que ríete tú de los disfraces de carnaval que te
ponían en casa,los de Hannibal si que eran disfraces que no lo
reconocía ni dios,no como tú ahí vestido de mosquetero con el
bigote pintado con el corcho quemado que te reconocía todo el mundo.
Ibas creciendo y la
calle se iba quedando un tanto pequeña y ansiabas conocer mundo más
allá de aquellas cuatro manzanas que hasta aquel entonces lo
componían y te adentrabas en los pequeños mundos de otras pandillas
de niños.Justo al lado del nuestro,estaba la calle Príncipe,un
nombre que con los años adquiriría popularidad,por aquello de la
serie y por la abdicación real,que dicho sea de paso,a poco más y
la pareja del principito sale de mi barrio,por unos kilómetros de
nada.Pero volvamos a aquel principado en forma de calle que habíamos
frecuentado siempre en compañía de un adulto porque entre niños de
barrios distintos se podía iniciar por menos de nada una batalla
campal,como el nombre de uno de los bares que allí había.En
ella,vivían una pareja de hermanos y un medio portugués que con su
presencia acongojaban,luego pude conocerles y eran bien majos pero de
aquella,te impresionaban.El conocerles mejor vendría en el espacio
de tiempo que trancurriría en el parque,en una de esas evoluciones
que sufrimos con los años,como los
Pokemon que atacaban
al grito de pika pika chuuuuu,nosotros si atacábamos,lo hacíamos al
grito de puños fuera de Mazinguer Z,o en nombre de Los Caballeros
del Zodiaco y en última instancia implorábamos la fuerza en nombre
de Bioman,esta quizá es una serie que recomendaría no volver a
visionar en edad adulta,no lo hagais,ahorraros una gran decepción.
Que tiempos en los que
te metías en la piel del Phoenix,que te servía tanto para sentirte
caballero del zodiaco como para ser el guaperas del Equipo-A aunque
de aquella lo de ligar no se te pasaba por la cabeza,habría que
sufrir aún más evoluciones para llegar a ello,o te metías en la
piel del caballero Pegaso,todo ello sin perder el espíritu travieso
del gato Isidoro,ahí te sentías genial,el rey de la ciudad.
En la Príncipe había
otro bar,la hija de los dueños me hizo sentir como al guaperas de
Phoenix,las niñas,al menos antes,eran más románticas que
nosotros,seguramente se hacían adultas antes o al menos iban un paso
por delante y ya pensaban en el amor,o al menos en pintar corazones
de tiza,como aquella canción,por las paredes.Uno permaneció en una
pared unos cuantos años,Rosa y Gorge era su contenido,dije que eran
más románticas,de acuerdo,pero en el caso de quien lo hubiera
escrito no era más lista ya que Jorge con dos ges tiene delito.Ellas
suspirando por su primer medio amor de niñez y yo en cambio
preocupado en que me vieran sacarles la lengua y en hacerles burla
cada vez que se me presentaba la ocasión,esto último me lo
devolvería la vida con creces,ay pobre de mi que no sabía que en un
futuro alguna que otra se burlaría de mi y yo lloraría,claro que si
hubiese tenido un Delorian como habría cambiado el cuento.
Pero volviendo a lo de
las batallas campales,no penseis que los conflictos o que el que un
grupo mandase por encima de otro grupo y de otra calle lo
solucionábamos a leches y golpes,aquello lo arreglábamos con una
eliminatoria de fútbol a ida y vuelta.Allí había más tensión y
más importancia que en la final de un mundial,que precisamente la
final del mundial del 86 de México nos pilló en nuestra
final,recuerdo los gritos por la ventana de uno de los niños
pequeños de la calle que nos hacía de spiker gritando los goles de
Argentina y Alemania.La nuestra no sé quien la ganó pero si
recuerdo que siempre andábamos en pique (mismo nombre que la mascota
de aquel mundial) con una rivalidad eterna como la del Sporting y
Oviedo o Barcelona y R.Madrid.
Por aquel entonces ya
habíamos entrado en contacto con el siguiente paso en la
evolución,el colegio,donde por primera vez en la vida pasarías a
ser un número,otorgado por orden alfabético,el primer lugar donde
te pasarían lista teniendo que contestar aquello de “presente”,lugar
para conocer a otros niños de otras calles,pequeña escuela donde
más adelante alguno se sacaría un master en falsificación de
justificantes paternos por ausencia y por trucar alguna que otra nota
evaluatoria cuando dejaron de ser P.A o N.M(progresa adecuadamente o
necesita mejorar) que sin duda fue la cuna para otro montón de
recuerdos y mi segunda incursión en la prensa local por una
excursión que hicimos al periódico que se inmortalizaba con la foto
publicada en sus páginas,cosa que por cierto,también parece haber
pasado a mejor vida,como esos niños que corrían como locos al
kiosco para compartir las pipas,hacer sus mercadillos,romper algún
que otro cristal de un balonazo o hacer un superpatinete,cosas que ya
no se hacen pero al menos en estas páginas quedará constancia de
que hubo un día en el que se hacían e incluso se hacía aquello tan
simple llamado hablar cara a cara o yogur a yogur.